Fue el sábado 6 de marzo, Diablo mudo, en la iglesia del Cristo de El Pardo, regentada por los Rvdos. Padres Franciscanos Capuchinos, a los que nunca tendremos ocasiones suficientes para agradecerles tanta generosidad y cariño hacia nosotros. A pesar de que la noche estaba como siempre por estos lares y en estas datas (viento, agua y frío), nos reunimos, a las 20’30, un nutrido grupo de hermanos y hermanas, dispuesto a sentir el pregón de un querido, respetado y considerado hermano. La iglesia de El Cristo estaba engalanada con un cuadro de Nuestro Padre Jesús Nazareno y una maqueta del pórtico de la ermita que corona nuestro Monte Calvario, así como una imagen del Cristo de las Injurias de Zamora y la Campanita.
A la hora señalada, nuestro presidente, Carlos Mora Hervías, dio comienzo el acto dando la bienvenida a los asistentes y dio paso al presentador, José Hervías Huete, amigo íntimo del pregonero y mentor que fue del mismo en la Asociación y en Puente Genil.
Y Fernando Miguélez Zamorano dio comienzo a su pregón. Tras los saludos y agradecimiento a su presentador por las palabras que le había dedicado expresoó la definición de su pregón: ”Es una leyenda seca como el esparto, ajena de invención, mermada de estilo, pero procurando tener en cuenta el mensaje cristiano, la doctrina cristiana, aunque le haya sobrado pereza y penuria de discurso.
Hizo Fernando referencia a su origen castellano-leonés y también a su bagaje semanasantero en su tierra natal siendo portador de Nuestra señora de las Angustias e hizo referencia, también a cómo la vida le había permitido lograr una fusión entre lo experimentado en su tierra y lo vivido en Puente Genil: “Sí, mi forma de vivir, mi forma de sentir, mi forma de ver la Semana Santa, no tiene la profundidad de la de los hermanos y hermanas de las Corporaciones, de las Hermandades y de las Cofradías de Puente Genil, pero si tiene esa fusión entre lo vivido en una y otra, entre lo sentido en una y otra, entre la forma de ver en una y otra, entre lo amado en una y otra”.
Fernando fue exponiendo cuál fue su aprendizaje en la Semana Santa de Puente Genil, de sus sensaciones, de sus “cicerones”. Así, glosó de D. Antonio Mora Expósito.
De D. Antonio habló, desde el cariño y el respeto, como su iniciador en la vida cuartelera, pues fue quien por primera vez le invitó a un cuartel, el del la Virgen de la Esperanza y del Grupo Hermandad “La Cepa”.
Y nos habló de cómo llegó hasta María Santísima de las Angustias y cuántos recuerdos de su juventud le trajeron el ver a la Virgen pontana. Y desgranó una oración para las madres angustiadas: “Hoy muchas madres sufren, viven angustiadas por la pérdida del trabajo de un hijo; sufren, viven angustiadas porque sus hijos pierden la casa al no pagar la hipoteca; sufren, viven angustiadas porque compartir su casa y comida les parece poco para dar a esos hijos; sufren, viven angustiadas porque una hija padece “malos tratos”; sufren, viven angustiadas porque un hijo padece cáncer y es muy duro, día a día, superar la desesperación; (…)sufren, viven angustiadas porque su hijo lleva años luchando contra una enfermedad, que lo deteriora lenta y progresivamente y, finalmente, le llega la muerte”.
Fernando nos transmitió la impresión que le produjo la primera vez que vivió la tarde el Miércoles Santo en el patio del Convento y las sensaciones que le provocó el poder estar tan cerca del Señor de la Humildad y sobre todo de María Santísima de la Amargura. Ante esos recuerdos evocó, de nuevo, una oración pensando en la amargura de las madres y de los que, por una u otra razón sufren. Recordó también una frase oída en Los Evangelistas: tus alegrías son mis alegrías y tus penas comportan mis penas:” amigo, amiga, vence el pesar de tu cáncer, si quieres reír, río contigo; si quieres llorar, lloramos juntos; si quieres silencio, el silencio es nuestro; si quieres hablar, aquí está mi verbo, aquí está mi oído; si el dolor no cabe en tu alma, llena de dolor la mía; dame algo de tu pena que quiero sufrir contigo”.
Después de rememorar la vez que pudo participar en un desfile de figuras, como romano de los Evangelistas, henchido de emoción al poder mirar a Jesús Nazareno, reinando en sus calles, y pudiendo hacerle la reverencia en Santa Catalina, el pregón giró hacia una exposición de los conceptos más humanos y, sin embargo sublimes que conforman los pilares que soportan ese humanismo cristiano que define, de una vez, a nuestro querido Fernando. En estos pasajes finales pudimos oírle decir algo que para un hombre sencillo pero importante, humilde pero fuerte, dulce pero enérgico, sincero pero justo, se convierte en una declaración capital: “No tengo más palabra que mi vida, ni traigo más respuesta que mi sangre”.
Finalizó el pregón con tres definiciones que fluyen desde su interior convirtiéndose en bases para una vida feliz: “El día más bello: hoy. La fuerza más potente: la fe. Lo más hermoso de todo: el amor”.
Con posterioridad, y a pesar de que seguía lloviendo en El Pardo, algunos valientes se atrevieron a subir hasta el Restaurante El Torreón a pie y a los sones de los redobles romaniles, y con las consabidas paradas para entonar cuarteleras y cánticos, todos unidos, propios de Cuaresma y Semana Santa.
Al final de la cena, el Presidente Carlos Mora, hizo entrega de una metopa con el símbolo de la Asociación a Fernando Miguélez agradeciéndole este pregón, posteriormente ofreció la pata de la Vieja Cuaresmera al pregonero que la quitó junto con su esposa Isabel. También la asociación impuso la campanita de plata a Isabel en agradecimiento por el apoyo mostrado tantas veces a Fernando y a nuestro grupo en la ausencia. El matrimonio Miguélez Luís entregó a su vez a la manantera una placa que decía: “A la Asociación Manantera de Puente Genil en Madrid, por la potenciación del valor manantero, por el desarrollo del compromiso cristiano y por la transmisión de su tradición”.
Manuel Ángel Borrego Moreno
Fernando, como siempre magistral y dando una gran lección, el sentimiento manantero va más allá de nuestro Pueblo.
ResponderEliminarque lúgubre es la Iglesia del Cristo del Pardo
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