En casi todas las ocasiones que brindamos en nuestros cuarteles de Semana Santa solemos hacerlo diciendo aquello de: “Por los que queriendo venir, no han podido… y por los que pudiendo venir, no han querido” haciendo referencia fundamentalmente al buen rato que se disfruta cuando los hermanos de una cofradía, hermandad o corporación aúnan sus sentimientos en su casa y se añora a los hermanos ausentes.
Permitidme que en esta ocasión lo diga, de forma acentuada, porque los que no pudieron asistir al Pregón dado el pasado sábado en Madrid, se han perdido uno de los momentos más sublimes de los que la Asociación Manantera de Puente Genil en Madrid ha celebrado. Todos los pregones que se han dado en Madrid, todos, han dejado una huella imborrable en nuestros corazones, pero el disfrutado la noche de “Diablo Mudo” en la iglesia de los Hermanos Franciscanos Capuchinos de El Pardo dejará en todos nosotros, y no me equivoco si digo que especialmente en los que hemos tenido el honor de pasar por el mismo atril, una impronta definitiva, una huella imborrable por tantas y tantas razones de vida que su autor nos regaló esa noche.