sábado, 21 de julio de 2012

LA MANANTERA EN LAS CRUCES DE PUENTE GENIL Y PATIOS DE CÓRDOBA


Pues tal vez tengas razón, que las cruces son en mayo y ahora estamos en julio y que ya no es el momento para colgar esta crónica. Tal vez tengas razón, pero, y sabiendo que cualquier cosa que te dijera te sonaría a subterfugio, y conociendo que el tiempo teñirá con la pátina temporal todo lo que te diga, el corazón no me dejará tranquilo si no te cuento qué pasó en esos tres días para lo pocos, lo muy pocos, que asistimos a la actividad propuesta por la Junta Directiva en la última Asamblea General Ordinaria.
Supuso un experiencia plena de sensaciones, vivencias, de incontables posibilidades de llenarte, de otra manera y una vez más, de nuestro pueblo.
Y como te digo, una escasa veintena de socios nos pusimos en camino para vivenciar algo de lo que nos habían hablado y que queríamos percibir. Queríamos saber si era verdad lo que nos contaban a cerca del estupendo ambiente que en esos días se inhala en Puente Genil. Bueno, querido amigo, pues se quedaron cortos. Te lo cuento.


Ya desde el primer momento de la excursión todo denotaba que íbamos a regocijarnos con algo memorable. Ya desde la salida del viernes 18 de mayo a las 19:00 se sabía que, aunque pocos, muy pocos, los que asistíamos, íbamos a ser partícipes de unas jornadas  en que la amistad y la hermandad se iban a ver potenciadas, ampliadas, fortalecidas  porque, también, la amistad y la hermandad se vigorizan con las alegrías conllevadas y las realidades festivas.
Y dicho y hecho, pues ya en “Las Canteras”, habitual lugar de restauración de fuerzas en nuestros viajes cuaresmales, pudimos complacernos con una alegre y suculenta merienda-cena que nos permitió llegar hasta nuestro pueblo, allá por las dos de la madrugada con fuerzas para que algunos, pues no todos lo entendimos bien, pudieran ya deleitarse con el alegre y festivo ambiente nocturno que gobierna estas cruces.


Al día siguiente, desayuno típico pontanés para los ausentes que llegamos al pueblo, es decir, en dos partes: primero, visita obligada a una churrería para degustar, mientras paseas, un “jeringos” que , a aquellos que vivimos La Puente de recuerdos, nos transportan a tiempos pretéritos en los que no había canas, ni “goteras” y peinábamos rebeldes flequillos y después, su cafelito y sus “tostás”, auténtico combustible orgánico que nos transmitió las ganas necesarias para una jornada completita.
Los que conformábamos el grupo de miembros de la Asociación, más los amigos que se habían sumado, quedamos en vernos a eso de las doce del mediodía, para, como piña inseparable, ir visitando esas cruces de las que nos habían hablado.
Empezamos por la que el Grupo de nuestro hermanito Jonathan (“Los Martirios de Jesús”), hijo de nuestros queridos amigos Lucas Ramírez y Paqui Delgado, tienen en la calle Sol y donde unas frescas cebadas fermentadas, con su malta y su lúpulo (cuánta tontería para decir “cervezas”) nos pusieron a la temperatura ideal tanto por fuera como por dentro(desde aquí recomendamos el consumo responsable de alcohol). Unas tapas cariñosa y deliciosamente preparadas ayudaban a que, como hemos dicho, se responsabilizara la ingesta de refrescos y espirituosos.

Visitamos, también la Cruz confeccionada por el Ampa del Colegio “Compañía de María”, donde pudimos saludar a nuestro querido y admirado pregonero del Jueves Lardero de 2012, Antonio José Ortega Cáceres; visitamos, del mismo modo, la que en el patio del antiguo convento de la Asunción (Hospital) tenía el II Grupo de María Santísima de La Amargura. Desde allí nos dirigimos al cuartel de “La Historia de Tobías” (El Pez). Esta Cruz, galardonada en otras convocatorias con los primeros galardones, había sido confeccionada, en esta ocasión en la convocatoria únicamente tenía el carácter de muestra, con igual o incluso más interés y cariño que en años anteriores. Verdaderamente una obra de arte ornamental situada en su patio. En la puerta, toldo para aliviar la sutil canícula de mayo a los veladores  salpicados del mismo ambiente festivo que en todas las cruces visitadas, pero que se multiplicó por el infinito cuando los hermanos de “El Pez” vieron que la Asociación Manantera de Puente Genil en Madrid, encabezada por su Presidente, nuestro Carlos Mora, a la sazón fundador de dicho Grupo, visitaba su cuartel. Regalos y atenciones por doquier y donde ya, a partir de ese momento, pudimos disfrutar de la presencia de Rafa Borrego y de su familia, antiguo miembro de la Junta Directiva de la Asociación y que hoy disfruta de nuestro pueblo “tolosdías” al haber fijado allí su residencia.



Dejamos “El Pez” y nos acercamos al cuartel de la Corporación “Los Pecados de David” (El Cirio) donde, al lado de su marinera Cruz de Mayo nos esperaba ese pontanés de pro y ejemplar manantero que es Manuel Chaparro. Porque él quiso, no nos faltó de “ná”, porque Manolo es así, demostrando su cariño a la Manantera cada vez que puede y sus “mandaos” al pueblo le dejan.
¿Qué qué hora era? ¡La cosa estaba como para mirar el reloj! Mira, te puedo decir que era como una Feria de Agosto pero con quince grados menos. ¡Casi “ná”! ¿Y quieres que miremos la hora? ¡Te puedo decir que era de día y que quedaba sol “pa” rato!
Y tanto, porque de “El Cirio” nos fuimos a visitar la Cruz que la Cofradía de la Santa Cena y María Santísima del Amor habían levantado en su casa-hermandad.
Y más de lo mismo: alegría, hermandad, amistad, risas, chascarrillos y… potaje; porque allí nos comimos, invitados por la Cofradía, un potaje de garbanzos absolutamente delicioso que ponía colofón a una degustación de tapas, a muy buen precio, todo hay que decirlo, desde que empezamos, y que nos sirvieron de desubicado pero completísimo almuerzo.
¡Sigues teniendo razón, querido amigo! Era obvio que teníamos que descansar. Después del consabido “cafelito” adicional y algún dulcecito, la mayoría se retiró a sus aposentos a reponer el cuerpo y el espíritu puesto que como grupo habíamos quedado para cenar en el restaurante Burdeos que regenta Álvaro Tabares y que nos atendió con una amabilidad y profesionalidad que, en correspondencia, nos requiere a su recomendación. ¡Gracias Álvaro por tu cariño y amistad!
Bueno, de los que no siguieron el sabio consejo de dar reposo al cuerpo y al espíritu y continuaron, otra vez, la visita nocturna a las distintas cruces, solo te puedo dar noticias personalmente, creo que es mejor. No por nada, sino por lo dilatado de la jornada de luz artificial. ¡Tú ya me entiendes!


¡Y es que quedaba el domingo! Un día en el que gracias a las gestiones de nuestro Presidente Carlos Mora en la Diputación de Córdoba, en la persona de nuestro querido y respetado paisano Antonio Pineda, pudimos visitar los patios del Palacio de Viana. ¡Vaya joya, niño!
Patios decididamente preciosos, acogedores, generosos con el visitante, capaces de dejarte embelesado. Cada uno de los trece patios distinto a los demás en tamaño, ornamentación, vegetación, diseño, luz, olor y sensaciones. Y eso que la mañana estaba lluviosa y si no que se lo digan a mi hermano Antonio Mora que aguantó uno de los chaparrones, de esos que echan agua como si no hubiese llovido nunca, a cuerpo serrano y con mucha, pero que con mucha elegancia; bueno, pues a pesar de eso, la visita nos permitió disfrutar de algo que para algunos, entre los que me encuentro, hubiera supuesto el broche de oro a unas jornadas que no sólo tardaré en olvidar, sino que me hice el firme propósito de repetir en cuanto la vida me deje.
Realmente el broche de oro lo puso una comida de hermandad en la sede de la Asociación de Plateros cordobeses en donde nuestro Vicepresidente Carlos Martín quien, a pesar de estar convaleciente y por tanto no poder asistir, nos había contratado un menú completísimo y que sirvió de vehículo para disfrutar de otro rato más de la amistad y fraternidad que había agrandado hasta, en algunos momentos, a oníricos límites, esta actividad de la Asociación Manantera de Puente Genil en Madrid.
Pues, como te he dicho, tardaré en olvidarla y la repetiré. Y además, si puedo, con todos los que fui, y si son más, mejor.


Porque disfrutar de nuestro pueblo, querido hermano, cuando huele a primavera, esa que tan magistralmente describen nuestros poetas, pero, también, esa que tan cariñosamente nos contaban los que la habían vivido a los que casi nunca la disfrutamos, con el ambiente festivo de una “feria chiquita”, con el regusto de una semana santa recientemente saboreada, con el calor dulce de tu amistad pero con el temperatura suave que el Genil te regala en un florido mayo… es difícil de igualar.
Tal vez se parezca al abrazo de un padre. Tal vez se parezca al beso de una madre… ¡tal vez!

Manuel Angel Borrego

2 comentarios:

  1. Carlos Mora Hervías9 de agosto de 2012, 10:53

    Aunque han llegado un poco tarde la crónica y las imágenes, menudo rato echamos, qué maravilla lo que nuestros paisanos han montado para estos días, que vitalidad, que alegría, todo ello lo pudimos compartir con todas las cruces. El domingo reiterarnos en que tenemos una ciudad, como es Córdoba, que creo que es la gran desconocida para muchos, una fantasía de color y formas los patios del Palacio de Viana. Gracias a todos y para el año que viene aprovecharla, que para eso la Junta Directiva trabaja, para que lo paséis bien y conozcáis lo mejor de nuestro pueblo.

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  2. josehervias@hotmail.com21 de agosto de 2012, 18:40

    Aunque hace tiempo de la actividad, las cosas buenas no se olvidan, y las cruces de Puente Genil es una de ellas, yo que aunque soy Pontano no las conocía.
    Quede sorprendido por la creatividad de las cruces y por la actividad de la gente en las casetas, y aunque fuimos pocos, la verdad es que no se necesita mucha mas gente para pasarlo bien, yo me reí un pecha, o una jarta, como os guste mas, prometo volver el año próximo, " si el TERRIBLE me lo permite".
    Corboba, que decir de esta ciudad que no se haya dicho,
    bueno si puedo decir que es la primera vez que me llueve en esta ciudad (y puedo decir que la lluvia en Cordoba es una maravilla)como sus patios, o como su mezquita,o como el restaurante que comimos que nos atendieron de maravilla.
    Denuevo objetivo alcanzado.

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