Como viene siendo habitual, el último sábado del mes de noviembre, la Asociación Manantera de Puente Genil en Madrid ha celebrado la “Cena Homenaje a la Mujer”, un acto que por su relevancia se ha convertido en uno de los más importantes que este grupo de pontanos organiza a lo largo de cada ejercicio. En él se pretende, al mismo tiempo que pasar un rato entretenido, lúdico y alegre, juntarnos en la ausencia una vez más para, unidos, disfrutar del buen hacer y decir de hombres y mujeres, pertenecientes o no a la Asociación, sus recuerdos y vivencias con relación al mundo de la mujer y particularmente, de la mujer pontana. Se trata de lisonjear, de piropear a la mujer desde su posición en esa vida como abuela, madre, hermana, hija, novia o esposa, dejando de manifiesto su situación angular, como basamentos de una cultura aparentemente patriarcal.
En esta ocasión, el evento se ha celebrado, como en otros años en los salones del Restaurante “El Torreón” de El Pardo, propiedad de nuestro amigo Melquíades al que, desde estas líneas, queremos agradecerle, una vez más, su generosa predisposición a cumplir nuestros deseos que convergen junto a los de él y que son engrandecer cada uno de los actos que la Manantera organiza.
El acto comenzó a las 20’30 con un cóctel de bienvenida en el que, entre otras exquisiteces, también pudieron degustarse productos traídos desde Puente Genil. La sala en la que se disfrutó este ágape estaba adornada con una pequeña exposición de túnicas pertenecientes a distintas Cofradías y Grupos que durante la Semana Mayor realizan su estación de penitencia por las calles de nuestro pueblo. El decorado se completaba con un magnífico bodegón formado por productos pontanos y elementos de nuestra cultura Manantera.
Después de más de una hora conversando y compartiendo de “nuestras cosas” y, por supuesto, de nuestro pueblo, pasamos al salón donde se celebraría la cena. Antes del comienzo la misma tiene lugar “El Piropo a la Mujer Pontana”. La presentación corrió a cargo del Vicepresidente de la Asociación Carlos Mora Hervías y de la que destacamos el siguiente texto:
Pero como no me puedo alargar, la pregunta que te habrás hecho es: “Y… ¿por qué yo?” Yo también me la he hecho, pero no te voy a dar la respuesta, porque posiblemente ni yo la sepa. Puede que tengan la culpa todos esos fines de semana acogidos en tu casa escuchando la buena música de José y degustando tu excelente cocina y pasándolo en grande. Por esa ropa de quinto lavada con el mimo de una madre. De ese cariño a la familia que desde siempre has tenido. No lo sé, pero…
A cierta edad nos llega la hora de dar el paso y de ponernos al frente de las cosas importantes de la vida, de nuestra vida y hoy tu estás aquí, no sólo como mujer sino como la voz de toda una asociación que quiere a Puente Genil y lo añora. Es tuya la palabra. Con todos nosotros Rufi Díaz Santos.
A continuación Rufi fue presentándonos, con un lenguaje preciso, justo y claro, pero pleno de ternura y emoción, cómo fue poco a poco enamorándose, primero de un pontanés, José Hervías, y después de todo aquello que la familia de su esposo fue mostrándole, hasta llegar a dudar si llamarse extremeña, nombrarse madrileña o proclamarse pontana.
“Tengo presente en mi memoria a la familia Hervías, la de mi marido, organizando los Sábados de Romanos, a todos en “pie de guerra”. A la Chona, en la cocina preparando los platos típicos de esas fechas. A la Tata, Julia, ayudándola. Y a todos los demás, de un lado para otro disponiendo los detalles para esa noche tan especial. ¡Ah!, se me olvida decir, que este lío se organizaba en casa de MAMA ABUELITA y PAPA ABUELITO. Ése era nuestro cuartel especial en Madrid a 500km del pueblo, pero de los de antes. Y allí era donde nos reuníamos la familia casi al completo, para recordar y revivir las tradiciones, desfilando al son de la música de los Romanos, imaginad a más de 20 personas dando vueltas por el salón de casa al ritmo de trompetas y tambores. Lógicamente, como en cualquier cuartel, comíamos, bebíamos e incluso nos atrevíamos con las cuarteleras. Leíamos el pasaje que correspondía a ese sábado de cuaresma, le quitábamos la pata a la vieja cuaresmera... ¡Claro que teníamos vieja cuaresmera! Y no una cualquiera, sino una realizada a mano, por mi marido, con cesta de viandas y sus siete patas incluidas.”
Y así, de esa forma, Puente Genil comenzó a hacerse un hueco en mi corazón, incluso antes de conocer sus calles, sus rincones, iglesias y gentes.
Nos habló de cómo las mujeres de la familia de su esposo ejercieron esa pedagogía que también llevan a cabo las pontanesas, convirtiéndote, sin darte cuenta, a la verdad pontana; cómo, sin decir, únicamente con sus gestos, miradas y suspiros, te introducen en la filosofía ancestral de un pueblo, en un aprender a ser para luego saber hacer.
Aunque sí que es cierto, y quizás por la edad, se me escaparon muchas de las costumbres que con el tiempo, fui conociendo. La que más me llamó la atención, fue el papel de la mujer dentro de la Semana Santa. Ellas discretas, organizando, planchando las túnicas, preparando la comida, respetando, haciéndose respetar y lo más importante, ayudando a educar a los hijos en las tradiciones: pues si no se siembra, no se recoge. En este caso, la mujer Pontana siempre ha sabido sembrar tradición.
Todo ello se mezcla en una tormenta de pensamientos, de una vida repleta de recuerdos con mis seres queridos y los momentos felices vividos junto a ellos. Así es como se siente una pontana de adopción, así es como yo siento Puente Genil y es así como quiero que sepáis lo que tengo dentro del corazón.
Muchas gracias.
Todos los asistentes respondieron a la intervención de Rufi con una sincera y cálida ovación por tan emotivas y memorables palabras que demostraban un enorme cariño a Puente Genil y sus tradiciones.
A continuación Lucas Ramírez, Presidente de la Asociación le hizo entrega de una metopa con el símbolo de la Manantera que perpetuará en el tiempo el recuerdo de tan emocionante piropo.
En esta ocasión, el evento se ha celebrado, como en otros años en los salones del Restaurante “El Torreón” de El Pardo, propiedad de nuestro amigo Melquíades al que, desde estas líneas, queremos agradecerle, una vez más, su generosa predisposición a cumplir nuestros deseos que convergen junto a los de él y que son engrandecer cada uno de los actos que la Manantera organiza.
El acto comenzó a las 20’30 con un cóctel de bienvenida en el que, entre otras exquisiteces, también pudieron degustarse productos traídos desde Puente Genil. La sala en la que se disfrutó este ágape estaba adornada con una pequeña exposición de túnicas pertenecientes a distintas Cofradías y Grupos que durante la Semana Mayor realizan su estación de penitencia por las calles de nuestro pueblo. El decorado se completaba con un magnífico bodegón formado por productos pontanos y elementos de nuestra cultura Manantera.
Después de más de una hora conversando y compartiendo de “nuestras cosas” y, por supuesto, de nuestro pueblo, pasamos al salón donde se celebraría la cena. Antes del comienzo la misma tiene lugar “El Piropo a la Mujer Pontana”. La presentación corrió a cargo del Vicepresidente de la Asociación Carlos Mora Hervías y de la que destacamos el siguiente texto:
Pero como no me puedo alargar, la pregunta que te habrás hecho es: “Y… ¿por qué yo?” Yo también me la he hecho, pero no te voy a dar la respuesta, porque posiblemente ni yo la sepa. Puede que tengan la culpa todos esos fines de semana acogidos en tu casa escuchando la buena música de José y degustando tu excelente cocina y pasándolo en grande. Por esa ropa de quinto lavada con el mimo de una madre. De ese cariño a la familia que desde siempre has tenido. No lo sé, pero…
A cierta edad nos llega la hora de dar el paso y de ponernos al frente de las cosas importantes de la vida, de nuestra vida y hoy tu estás aquí, no sólo como mujer sino como la voz de toda una asociación que quiere a Puente Genil y lo añora. Es tuya la palabra. Con todos nosotros Rufi Díaz Santos.
A continuación Rufi fue presentándonos, con un lenguaje preciso, justo y claro, pero pleno de ternura y emoción, cómo fue poco a poco enamorándose, primero de un pontanés, José Hervías, y después de todo aquello que la familia de su esposo fue mostrándole, hasta llegar a dudar si llamarse extremeña, nombrarse madrileña o proclamarse pontana.
“Tengo presente en mi memoria a la familia Hervías, la de mi marido, organizando los Sábados de Romanos, a todos en “pie de guerra”. A la Chona, en la cocina preparando los platos típicos de esas fechas. A la Tata, Julia, ayudándola. Y a todos los demás, de un lado para otro disponiendo los detalles para esa noche tan especial. ¡Ah!, se me olvida decir, que este lío se organizaba en casa de MAMA ABUELITA y PAPA ABUELITO. Ése era nuestro cuartel especial en Madrid a 500km del pueblo, pero de los de antes. Y allí era donde nos reuníamos la familia casi al completo, para recordar y revivir las tradiciones, desfilando al son de la música de los Romanos, imaginad a más de 20 personas dando vueltas por el salón de casa al ritmo de trompetas y tambores. Lógicamente, como en cualquier cuartel, comíamos, bebíamos e incluso nos atrevíamos con las cuarteleras. Leíamos el pasaje que correspondía a ese sábado de cuaresma, le quitábamos la pata a la vieja cuaresmera... ¡Claro que teníamos vieja cuaresmera! Y no una cualquiera, sino una realizada a mano, por mi marido, con cesta de viandas y sus siete patas incluidas.”
Y así, de esa forma, Puente Genil comenzó a hacerse un hueco en mi corazón, incluso antes de conocer sus calles, sus rincones, iglesias y gentes.
Nos habló de cómo las mujeres de la familia de su esposo ejercieron esa pedagogía que también llevan a cabo las pontanesas, convirtiéndote, sin darte cuenta, a la verdad pontana; cómo, sin decir, únicamente con sus gestos, miradas y suspiros, te introducen en la filosofía ancestral de un pueblo, en un aprender a ser para luego saber hacer.
Aunque sí que es cierto, y quizás por la edad, se me escaparon muchas de las costumbres que con el tiempo, fui conociendo. La que más me llamó la atención, fue el papel de la mujer dentro de la Semana Santa. Ellas discretas, organizando, planchando las túnicas, preparando la comida, respetando, haciéndose respetar y lo más importante, ayudando a educar a los hijos en las tradiciones: pues si no se siembra, no se recoge. En este caso, la mujer Pontana siempre ha sabido sembrar tradición.
Todo ello se mezcla en una tormenta de pensamientos, de una vida repleta de recuerdos con mis seres queridos y los momentos felices vividos junto a ellos. Así es como se siente una pontana de adopción, así es como yo siento Puente Genil y es así como quiero que sepáis lo que tengo dentro del corazón.
Muchas gracias.
Todos los asistentes respondieron a la intervención de Rufi con una sincera y cálida ovación por tan emotivas y memorables palabras que demostraban un enorme cariño a Puente Genil y sus tradiciones.
A continuación Lucas Ramírez, Presidente de la Asociación le hizo entrega de una metopa con el símbolo de la Manantera que perpetuará en el tiempo el recuerdo de tan emocionante piropo.
Continuó la cena y las mujeres asistentes recibieron por parte de la Asociación un pequeño detalle agradeciéndoles su presencia. Del mismo modo, durante la noche tuvo lugar un sorteo de soberbios regalos donados por hermanos de la Asociación que fueron magníficamente recibidos por los agraciados.
También este año, como en otras ocasiones, hemos contado con la presencia de representantes el Ilustre Ayuntamiento de Puente Genil. Doña Josefina Barcos Arrebola, Concejala de Medio Ambiente, representó en esta noche al Consistorio Municipal. Durante su intervención invitó a la Asociación a seguir trabajando por reunir a los pontanos en la ausencia madrileña, agradeció la invitación y prometió acudir en otras ocasiones. Doña Josefina recibió de la Manantera un broche en plata con nuestra campanita y ella nos devolvió este agasajo con el cariñoso saludo de nuestro Alcalde y un ejemplar para cada matrimonio del libro “Palabras pontanas” de Felisa Agudo Gil.
Manuel Ángel Borrego Moreno
